Con ese ruido me topé

Por entonces fingía mis voces de alcoba desgastada tras crugir por el paso de los años. Como en vísperas de invierno, sucedío con el estruendo de los hálitos entumecidos. Tarde, bajo las velas del destierro desorbitado disimulé mis penumbras al girar en una esquina, distinguir mis piernas por entre las piedras del abrevadero, y caer de pie sobre los celajes de sus cimientos. Jazz, incierto, pero Jazz al fin.